EL HUMOR Y LAS NEURONAS

EL HUMOR Y LAS NEURONAS

Aunque a muchos pueda sorprender, el humor es uno de los principales baremos para ponderar la inteligencia humana. Y más que la inteligencia innata, la capacidad para desarrollar el sentido crítico. Si bien a veces son horribles los chistes que algunos publican, son mucho más terribles las explicaciones que otros pretenden darles. ¡Y ni hablar de los chistes en la TV!

El humor es una manifestación de la inteligencia y la cultura general. Necesita de la ironía, el doble sentido, la picardía, el conocimiento de las características de los diferentes pueblos… y el manejo del idioma. Por eso algunos dicen: “Lo que pasa es que este chiste es más divertido en guaraní”. Absoluta mentira. También lo sería en castellano si supiesen usar las palabras correctas en el idioma de Cervantes.

¿Necesita explicarse que si alguien dice: “Gracias a Dios soy atea”, está haciendo un chiste? Se ofendería el gran Umberto Eco si hubiese que hacer alguna aclaración a su humorística frase: “No soy supersticioso, porque la superstición trae mala suerte”.

Y, una vez más, la culpa es de la mala educación. No se cuentan chistes, ni se cultiva el humor, ni en la escuela, ni en el colegio, ni en la universidad. En cambio, se alimenta la mofa, la cargada, lo soez, lo agresivo… eso que ahora se llama bullying y que existe desde mucho antes de que se le diese importancia por su excesivo crecimiento y manifestaciones de extrema violencia.

Sé de docentes que, por su propia mala educación, alimentaron las “cargadas” a adolescentes con claras manifestaciones homosexuales. Es decir, alimentaron la discriminación. Y ni hablemos de gordos, flacos, pelirrojos, albinos, jorobados, rengos… que si bien son receptores del humor con “buena onda”, saben diferenciar cuando la cosa viene de gastada o de manera discriminatoria.

El sentido del humor, junto al común, es un sentido poco común.