OPINIONES COINCIDENTES

El 8 de octubre publicamos, bajo el título PORTACIÓN DE CARA Y PRESUNCIÓN DE CULPA, un artículo de opinión coincidente con la postura de la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, quien a través de la Resolución 1231/19, derogó varias medidas tomadas por Patricia Bullrich.
Ya aparecerán quienes digan “¡Cómo no se le va a pedir DNI a los negros en los trenes!”, “¡Ahora ya no se va a poder matar más a estos “hdp” que salen a robar!”, “¡Ni siquiera las Taser se van a poder usar!”. Pertenecen a un grupo social que está convencido de que por haber accedido a un escalón más arriba que los pobres tienen privilegios sobre estos para exigir la restricción del tránsito de los mismos a los lugares que ellos (los menos pobres) transitan y consideran propios.
Para esta gente (los del escalón más arriba) los negros, los grasas, los pobres en general no tienen más derecho que a trabajar (si consiguen trabajo) y vivir en sus villas o barrios marginales. Si pudiesen, si los dejasen, querrían establecer ghettos. Porque como los ricos en serio crearon sus ghettos propios llamándolos barrios cerrados y countries y estos, los del escaloncito apenas, no tienen para esas soluciones, proponen, auspician, aplauden toda ley o cosa parecida que restrinja la libertad de los pobres. “¡Bastante tenemos que mantenerlos con nuestros impuestos como para, encima, tener que soportarlos por las calles!”
De manera metódica y sistemática han instalado la paridad pretendidamente unívoca pobreza/delincuencia. Pero cuando se les explica que no hay un gen de pobres y ni siquiera un gen de delincuentes, sino una causal cultural que deviene en el delito como alternativa, miran para otro lado.
El limitado espacio de este artículo, no permite desarrollar un ensayo medianamente estructurado como tal, pero veamos cómo es, según nuestra opinión y algunos estudios al respecto, la madre del borrego; dónde está la “fábrica” de delincuentes.
Para acotar la mirada retrospectiva, veamos la realidad inmediata a partir de 1983. El inicio de la democracia planteó la posibilidad de un crecimiento múltiple y simultáneo de diversos sectores sociales. Varios acontecimientos políticos y económicos permitieron el afianzamiento de algunos incipientes “clase media” y el crecimiento aparente de aquellos que ya se consideraban tales desde años anteriores, mientras los sectores carenciados seguían con sus carencias.
Fue entonces que, junto con la mayor frivolización de los medios de comunicación y el destaque del buen vivir de algunos representantes de jet set artístico junto a miembros del poder político, abrieron el juego del todo vale.
Si bien su consumo se remota a muchos años atrás, irrumpió con mucha fuerza el consumo de cocaína. Artistas muertos al caer de un departamento al querer agarrar una bolsita, otros escapando con importantes cantidades de la escena de un crimen en el que también estaba presente la blanca, deportistas y representantes, jarrones y modelos, famosos locutores… aparecían una y otra vez en las pantallas del televisor y se hablaba de ellos hasta en la verdulería.
Lo que pareciera que la gente no quiere entender es que “los negros drogones” tienen muy poco que ver con el verdadero problema de las drogas. Porque ahí está la madre del borrego, el origen de todos los males.
El negocio de las drogas es un mega negocio internacional. Y lo maneja gente con mucho, muchísimo dinero en connubio con dueños de bancos muy, muy importantes.
Para sostener el negocio hay que aprovechar al máximo el producto. Imaginemos que se hiciese una cena con pollos. A unos les dan las pechugas. A otros, patas y muslos. Luego hacen alitas fritas. Y a otros les dan el cogote, las vísceras y el cuero. ¡Y el hueso molido, de paso!
Lo mismo pasa con la cocaína. A los pobres les enchufan el paco, la basura más basura con el más alto grado de adicción y toxicidad. Y así generan dependientes dispuestos a matar por dos mangos y así, la policía gasta su tiempo evitando asaltos y persiguiendo motochorros (en el mejor de los casos).
No pierdan más tiempo en los perejiles ni culpando a los que, al final, son las víctimas. Vayan tras los verdaderos delincuentes. Persigan a los genuinos culpables y dejen de ver en los pobres a sus enemigos. No sigan equivocándose. Ya le destruyeron la vida a un montón de jóvenes pobres. Ahora van por los menos pobres. Ahora van por sus hijos. Abran los ojos y salten la grieta. La cosa es un poco más complicada de lo que parece.
Comentarios (0)
Comentarios de Facebook (0)