PORTACIÓN DE CARA Y PRESUNCIÓN DE CULPA

PORTACIÓN DE CARA Y PRESUNCIÓN DE CULPA

Pareciera ser que, pese a que los estudios serios han dado por tierra con sus enunciados, cierto sector de la sociedad, especialmente los rubios, lindos, de ojos azules o policías y militares independientemente de color de cabellos y ojos siguen a ultranza los principios de Lombroso.1

Con vaya a saberse qué singular autoridad otorgada por quién sabe que arcano, pareciera ser que hay algunos que con solo mirar a una persona pueden inferir si es buena, mala, decente, indecente, honesta o ladrón.

Entonces, cuando esa habilidad casi mágica los enfrenta a un potencial culpable, normalmente morocho, vestido con ropa sin marca y sin perfume importado (o nacional, aunque sea) lo paran, le piden documento y lo detienen por averiguación de antecedentes. Así no más. Porque una suerte de ciencia infusa los ha habilitado para discernir entre buenos y malos con solo mirarlos.

Pareciera ser que nadie les ha explicado que la mayoría de los argentinos somos morochos, muchos con rasgos aindiados, en términos generales de ojos pardos y que, aunque haya un vergonzoso 13% de desempleo, la mayoría de esos morochos trabajan.

Lo terrible es que ese policía que juzga al morocho por portación de rostro, si se saca el uniforme es lo más parecido al sospechoso. Pero, claro, usa uniforme y eso lo exime de tener que probar inocencia, aunque, bueno, ese es otro tema.

Que los tilingos encumbrados subidos al pony de la clase media discriminen a sus compatriotas diciéndoles negros de mierda, aunque no se justifique, se entiende. Pero que un igual, uno que hasta ayer a la mañana vivió en el mismo barrio y que no es ni más rico ni más pobre que el pobre morocho que labura en la obra o en una fábrica, ese al que solo lo diferencia la ropa de trabajo lo discrimine y basuree por presunción de culpa, ya es demasiado.

Tenemos que empezar a pensar en cambiar las barajas, barajar y dar de nuevo. Y disponernos a jugar sin trampas, sin agachadas, sin vivezas y sin pavadas.

Es entendible que ante la gran violencia generalizada que se vive en el país, al igual que en muchos otros, la gente admita cualquier propuesta que le haga suponer que se habrá de controlar- Pues bien, si fuese así que el pedido de documentos se haga A TODO EL MUNDO que pase por un lugar determinado que se pueda denominar BARRERA DE CONTROL o cosa parecida. A ley pareja nadie se queja. Pero que al ojo discriminativo de un funcionario sin ninguna habilidad especial para detectar posibles culpables se exponga a unos sí y a otros no, porque se le antoja… ¡NO! A ESO DEBEMOS DECIR QUE NO.

1-

  1. Ezechia Marco Lombroso (Verona, 6 de noviembre de 1835 - Turín, 19 de octubre de 1909), conocido con el pseudónimo Cesare Lombroso. Criminólogo y médico italiano, fundador de la Escuela de Criminología Positivista. Sostenía que las causas de la criminalidad están relacionadas con la forma, causas físicas y biológicas, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). En lo que Lombroso llama la terapia del delito, dice: "En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos".