LA BATALLA, NO. ¡LA GUERRA AL HAMBRE!
Pensé en comenzar diciendo que para hablar del hambre habría que haberlo tenido. Y no por hacer dieta. Después me pareció populista y hasta poco serio. Casi demagógico. Pero, al final, decidirlo dejarlo por controversial. Opinar se trata de eso ¿no?
Me cuestioné la presencia de Tinelli en el proyecto “Argentina sin hambre”. Leí la explicación del presidente electo… y sigue sin cerrarme. Pero si el lo decidió, le daré mi voto de confianza. Por algo será.
Lo que me pareció muy interesante fue lo que señaló Narda Lepes respecto de que el problema de la Argentina no era necesariamente el hambre sino lo mal que se come. Y ahí la cosa empieza a cambiar.
El principal problema de la Argentina NO ES EL HAMBRE. ES LA EDUCACIÓN. Y ahí, si se aprovecha la gran penetración de los programas de Tinelli, podría logarse un proyecto educativo que tenga, como primer objetivo, erradicar el hambre.
De nada sirve que se repartan tarjetas de aprovisionamiento si no se enseña a cocinar y a aprovechar los recursos.
Así como es IMPRESCINDIBLE rescatar la dignidad del trabajo, lo es el RESCATAR LA COMIDA CASERA.
No pretendo hacer de este artículo un recetario de cocina (aunque bien podría pensar en publicar recetas económicas y fáciles ¿por qué no?) sino invitar a reflexionar sobre la pérdida de los hábitos alimentarios o, peor, el cambio por hábitos que atentan contra la correcta alimentación y, más aún, sobre la economía.
Que a los chicos no les gustan las verduras, que eso no lo come, que eso otro le da asco, que esto, que aquello, que lo de más allá. ¡Excusas, solo excusas, nada más que excusas! La simplificación del argumento cuando la ignorancia se impone.
-No digas ignorancia que a la gente no le gusta que le digan ignorantes.
-Y si es verdad. No saben. Eso es ignorar. Y el que ignora es ignorante.
-Bueno seguí ¡Vas a ver!
(Esta maldita autocensura que trata de imponerse a cada rato, me tiene podrido)
Como jamás las he comprado, no sabía el precio de las hamburguesas congeladas. Busqué en internet y aún sigo asombrado. Cuatro hamburguesas cuestan más que ¡cinco kilos de alitas de pollo! En una granja cercana a casa están los 5 Kg a $150. Y con eso se hacen guisos, alitas al horno, caldos y un montón de cosas.
Bifes de hígado. No puede ser que a nadie les gusten los bifes de hígado. ¿Y el corazón? ¡Unos de los bifes más ricos!
-Pero los pobres también tienen derecho a comer lomito, si quieren.
-Sí, no, también y tampoco. Pero ese es otro tema. Ahora estamos hablando de la guerra contra el hambre.
Si pudiese opinar… Perdón, rectifico, porque opinar puedo. Si alguien le diese bola a lo que opino, sugeriría que se convoque a los más destacados cocineros del país para hacer una propuesta que se podría llamar, RICO, SANO ¡Y BARATO! que se emitiese en el horario central de Tinelli para enseñarle a la gente cómo, con poca plata o usando tarjetas de aprovisionamiento, se puede ganar la guerra contra el hambre. Y, ya que estamos, llevar los programas a las villas, zonas carenciadas, barrios marginales o como los quieran llamar.
-¿Y el bailando y esos programas?
-Y… bueno. Capaz que haya que suspenderlos por un tiempo. Quizás sea momento de dejar las friboludeces y entender que estamos en guerra. Ahora, contra el hambre. Porque si no la ganamos la siguiente guerra puede ser más complicada ¡Mucho más!
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