LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Una de las libertades esenciales establecidas por la democracia es la libertad de expresión.

En democracia todo el mundo tiene el derecho de manifestar libremente sus ideas sin censura previa ni más consecuencia que las que civil y penalmente pudieran surgir de las acciones inducidas o generadas como consecuencia del ejercicio de esa libertad al servicio de intereses contrarios al bien común.

La apología del crimen es una acción que consiste en la promoción, incitación o elogio de un hecho que, de acuerdo con la legislación argentina, se encuentra tipificado como un delito.

El Código Penal de la Nación señala en el art. 213, que "será reprimido con prisión de un mes a un año, el que hiciere públicamente y por cualquier medio la apología de un delito”.

Promover las dictaduras es un delito de lesa humanidad.

Decir que los países latinoamericanos no pueden tener una democracia y agregar, con un machismo recalcitrante y obsoleto, que la Argentina es como las mujeres que necesitan a un macho que les dé un sopapo, ya ni alcanza para delito. Es, simple y sencillamente, una pelotudez.

Y el pelotudo de marras no es más ni menos que el energúmeno de Baby Etchecopar. Tan energúmeno que al encontrar eco en un grupo de tilingos que lo siguen con la estúpida actitud de los tilingos en manada, los que en grupos se dedican, por ejemplo, a atacar a chicos solos, como Fernando, por ejemplo, y los matan a patadas porque son todos high society y él es un negrito de mierda, y los que quieren hacer un muro en Buenos Aires para preservar la CABA para los blancos, rubios, clase media alta (aunque entre ellos se mezcle este pelafustán petiso, pelado y desclasado).

Es muy difícil mantener la calma y seguir defendiendo la libertad de expresión cuando nos encontramos antes las manifestaciones de este ganso, pero la convicción es inclaudicable. Además, este gil a cuadros, quiere que lo sancionen para convertirse en mártir.

¡Déjenlo que se cueza en su misma agua! Sus corifeos seguirán alabándolo y defendiendo sus absurdas posturas indefendibles con los mismos absurdos argumentos de tilingos irredentos.

¡ES MUY DIFÍCIL MANTENER LA CALMA!