LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

La mayoría de los medios que se refirieron al tema señalaron que “el Gobierno suspendió el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento”.

De hecho, a través de Resolución 30/2020 del Ministerio de Desarrollo Productivo, que se publicó este lunes en el Boletín oficial, se dispuso la suspensión de la aplicación del Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento, aprobada en mayo para incentivar las actividades productivas basadas en el uso intensivo de la tecnología y la digitalización de la información.

La medida se basa en la necesidad de analizar y procesar las solicitudes de adhesión al "Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento presentadas a la fecha, hasta el momento en que sea dictada la normativa complementaria correspondiente".

En su espíritu, la también llamada "nueva ley de software", fue aprobada el 22 de mayo de 2019 por el Congreso para incentivar las actividades productivas basadas en el uso intensivo de la tecnología y la digitalización de la información, teniendo como objetivo central el desarrollo de sectores con enorme potencial a futuro que requieren capital humano altamente calificado.

Para el desarrollo de la propuesta se contemplaba la aplicación de una alícuota reducida del 15% en el Impuesto a las Ganancias, y la posibilidad de deducción del crédito por impuestos análogos pagados en el exterior, cuando se trate de ganancias de fuente argentina y, además, estarían excluidas de retenciones y percepciones del IVA y se preveían otras deducciones y beneficios.

Hasta acá todo muy bien. Pero por eso dijimos que en el “espíritu” de la ley el objetivo central era el desarrollo de sectores con enorme potencial a futuro. A FUTURO. Es decir, para empresas que invirtiesen para desarrollar futuras acciones que incorporen nueva mano de obra para desarrollar nuevos proyectos que contribuyan a nuevas propuestas. Pero… como entre bueyes no hay cornadas, ni lentos ni perezosos (para estas cosas) el gobierno anterior beneficiaba a empresas como Mercado Libre, IBM y Accenture que, por sus tamaños, en rigor ya no requieren incentivos y beneficios estatales.

Así que a barajar y dar de nuevo.

Nuevas leyes, para nuevos proyectos que contribuyan al desarrollo de nuevas empresas.

No se trata de seguir dándole de comer a los monstruos sagrados de la informática tradicional, sino de asumir el desafío de crear nuevas propuestas. Es absurdo que, por una mezcla de ignorancia y comodidad, se sigan utilizando las plataformas de Windows, por ejemplo, estando plenamente demostrado que Linux es más confiable, práctico, rápido, con mejores recursos, constante presentación de programas y utilidades de uso libre y, fundamentalmente, ¡GRATUITO!

Si realmente hay una voluntad política de sacar al país adelante, deberá privilegiarse el aprovechamiento de los recursos. Y así como se suspendieron las publicidades del gobierno en programas frívolos para dirigir las pautas a programas educativos (hay que colaborar para rever y revertir el concepto educativo = aburrido), son muchas las áreas que hay que analizar con criterio innovador y economicista ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, que en algunas reparticiones se pidan (o saquen) fotocopias para luego ser escaneadas e impresas posteriormente para armar carpetas de expedientes que se convierten en mamotretos inmanejables, cuando todo podría estar perfectamente digitalizado con sistemas de backups múltiples que garanticen accesibilidad y más fácil almacenamiento de la información? Y como estas, hay miles de cosas a reformar.

¿Se entiende o habrá que pasarlo a lenguaje de emoticones?