POLÍTICA NO ES MALA PALABRA
Cientos, miles, cientos de miles… ¡muchos! son los que levantan sus voces contra los políticos. Puede que en muchos casos tengan razón. Hubo, suponemos que habrá y probablemente seguirá habiendo políticos corruptos, vendidos, ladrones, prevaricadores y lo que se les ocurra. Casi como en casi todas las profesiones o actividades humanas. Hay gente buena, mala, más o menos y menos que más. Pero con los políticos hay una saña especial, a veces comprensible, pero no universalmente aplicable.
Para simplificar el asunto, aceptemos. Ok. Supongamos que TODOS los políticos son corruptos, etc., etc. ¿Qué proponen a cambio? ¿Qué sistema querrían? ¿Cómo habría de implementarse? ¿Qué se hace con la Constitución Nacional? ¿Cómo se administran los impuestos, las escuelas, el transporte, el trabajo de los empleados públicos, el juntado de la basura, la limpieza de las calles…? Supongamos que las cosas, así como están, no sirven, que son una porquería, que sería mejor que se hiciesen de otra manera ¿De cuál? ¿Cómo? ¿Quiénes? ¿Dónde?
El primer paso que deberían dar quienes quieren terminar con los políticos debería ser encontrar un mecanismo para lograrlo, para instrumentarlo, legislarlo, reglamentarlo, notificarlo, implementarlo y muchos más “arlos”.
La democracia es el sistema de gobierno que tenemos y se maneja a través de los representantes del pueblo.
Para lograr ser representante hay que presentar propuestas, tocar timbres, juntar gente, reunirse, tocar más timbres, analizar más propuestas, seguir reuniéndose y repetir la misma secuencia cientos de veces, años tras años, viendo cómo otros, mintiendo, logran tirar todo lo que uno pueda haber levantado con verdades o no, y al revés, y del otro lado, saliendo de la casa al trabajo y del trabajo al comité, la unidad básica, el bar, la casa de Cacho o el departamento de Micaela. Y recién a las mil y quinientas llegar a la casa cuando los hijos duermen, la mujer hace como que y el cansancio no deja ni comer porque mañana hay que volver al trabajo y de nuevo seguir la misma rutina del día anterior. Hasta que un día, después de mucho esfuerzo, logra integrar una lista y acceder al puesto de representante que le permitirá presentar los proyectos que le encomendaron los que caminaron junto a él, los que pelearon junto a él, los que vieron como crecieron los hijos sin poder disfrutarlos, como le pasó a él… mientras los que un día dijeron que había que cambiar las cosas ya se olvidaron de lo que querían cambiar porque ahora ya están en otra posición y entonces quieren que cambien lo que antes no querían cambiar. Y como no se pueden adivinar los antojos, esos que se rompieron el alma para llegar a sus objetivos, es decir a representar a los que dijeron que querían representar, se convierten en políticos (para los otros, los que siguen mirando desde afuera, en vagos, ladrones, corruptos…)
La molicie del mediocre, la abulia del que logró su punto de confort a puro cumplir horario y hacer que trabajaba, la desidia del que cuando ve un accidente raja para el otro lado, la necedad del que, aunque haya sido testigo de lo contrario, se conforma diciendo “…y, algo habrá hecho”, eso, todo eso hace que haya políticos corruptos, etc., etc.
LA POLÍTICA NO ES UNA MALA PALABRA. Y si no tenés la vocación para ser político, bien, no lo seas, pero dejá de poner palos en las ruedas. Votá a quien quieras, pero acompañá a quien gane. Así se construye la DEMOCRACIA. Que, como algunos hijos o algunos padres, no son lo tan buenos que querríamos, pero son los que tenemos y los ayudamos a crecer (no importa la edad).
Leemos en las redes sociales comentarios lacerantes, números falsos, insinuaciones capciosas o plenas manifestaciones de odio como, por ejemplo, “¡Qué carajo me importan estos negros de mierda! ¡Que laburen si quieren morfar! ¡A mí no me vengan con solidaridad!”
Quizás haya que ajustar los sueldos políticos. Quizás, no. Quizás haya que racionalizar mejor los recursos y explicar por qué se gana lo que se gana. O no. Pero juntando todos los sueldos que algunos cuestionan no se soluciona nada. Encontrando las leyes adecuadas, gestionando los recursos y negociando las deudas con capacidad, sí.
No seamos enanos mentales. El cambio es mucho más que un slogan de campaña. El cambio es el resultado de un gran esfuerzo. Y ninguno de los que vociferan contra los políticos está dispuesto al esfuerzo. “¡Que se esfuercen los políticos!” dicen sin entender la grave contradicción de sus propias palabras.
Nuestra historia política tiene poco más de 100 años, de los cuales casi 70 fueron dominados por sectores contrarios a los intereses de la gente. Los últimos 37 han logrado, al menos, el mantenimiento de la democracia. Con sus luces y sombras, sus aciertos y desaciertos, pero DEMOCRACIA. ¡Solo 37 años reconstruyéndonos y quieren que todo sea perfecto! Ni la guerra de los 100 años (que para colmo duró 116) logró conformar a todos y la impaciencia de los eternos disconformes quiere soluciones mágicas.
SOLIDARIDAD, es la palabra, el mensaje, el objetivo, el motor, la razón de ser y el único camino. Después analicemos qué hacer con los políticos, sus sueldos, tus ganas de tener dólares y las selfies frente al Louvre o el Grand Park. Mientras tanto, tratá de disfrutar las fiestas en familia pensando que quizás haya alguien que, gracias a la solidaridad de otros, puede estar sentado con su familia en su humilde mesa compartiendo un pan dulce barato con una sidra barata, pero con una sonrisa que vale un montón.
Comentarios (0)
Comentarios de Facebook (0)