CUANDO LA IGNORANCIA MATA

CUANDO LA IGNORANCIA MATA

Circula el video de una mujer supuestamente portadora del COVIT-19 circulando a bordo de un colectivo y resistiéndose cuando el personal sanitario detecta que tiene síntomas positivos.

Como si estuviesen atentando contra sus derechos, la mujer decía de manera imperativa “Dejame bajar. Abrime la puerta”.

Los pasajeros alentaban a los servidores de la salud e incluso pedían que la esposen. Hasta ahí vimos el video.

Podemos analizar múltiples ángulos. El primero es el protocolo indicado para neutralizar a un portador de manera eficiente, aunque sea mínimamente traumática. En segundo término, la inhabilidad de las funcionarias sanitarias, que no sabemos si además son funcionarias policiales, para proceder eficientemente a la neutralización. Y más. Todo puede analizarse. Lo indiscutible es la ignorancia de la presunta portadora. Una ignorancia institucionalizada por concesión pasiva de una sociedad que ha perdido los parámetros de autoridad.

Muchos que somos defensores de los derechos humanos, también apoyamos la instauración de jerarquías responsables que en cada área de la vida social fijen las normas y los protocolos para hacerlos cumplir, pero, por sobre todo, la permanente capacitación en valores.

Es imperativa la incorporación total de la transversalidad en la educación. Es decir, que más allá de los contenidos académicos, los objetivos pedagógicos contemplen al ser humano dentro de la sociedad contribuyendo a la incorporación de hábitos responsables.

Ojalá una vez pasada esta peste, que como toda peste habida en la humanidad habrá de pasar, nos replanteemos todo el sistema social.

La economía estará afectada en todo el planeta. No caben dudas. Pero más importante de reconstruir será la educación. La vuelta a la normalidad será el momento oportuno de reformular todo, de entender que más importante que las tablas de multiplicar o la historia antigua es la incorporación de valores desde una visión racional.

No se trata de ser buenos porque si no los dioses habrán de condenarnos al fuego eterno o porque si nos portamos bien iremos al reino de los cielos. Esa es una cuestión religiosa que cada familia, cada religión, cada individuo podrá manejar o no a su mejor entender.

El desafío es analizar los valores que hacen al mejor funcionamiento de la sociedad y más allá de las ambiguas y maniqueas definiciones de bueno y malo entendamos la importancia de validar los actos como convenientes e inconvenientes partiendo de la premisa de que ES MÁS CONVENIENTE LO QUE CONVIENE A MÁS.

Ojalá tengamos tiempo y la voluntad para hacerlo.

La ignorancia mata. La mala educación, también.